Enmarcada por colinas y cañones rocosos, Scicli es una joya barroca que asombra por su armonía y elegancia.

Sus iglesias y palacios, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se alzan majestuosamente entre calles y plazas íntimas que parecen acoger al visitante.

Al pasear por el corazón del centro histórico, entre vistas panorámicas y un ambiente teatral, se percibe un encanto inolvidable.

Scicli es un lugar para disfrutar con calma, donde cada detalle refleja la auténtica belleza de Sicilia.

Con vistas a uno de los tramos de costa más pintorescos del sureste de Sicilia, Santa Croce Camerina combina el encanto del mar con la memoria de antiguas civilizaciones.

Una ciudad joven y vibrante, su territorio alberga yacimientos arqueológicos de extraordinario valor y pueblos costeros que desprenden el aroma a sal y autenticidad.

Con playas doradas, un campo soleado y la calidez de su gente, Santa Croce Camerina es el lugar ideal para quienes buscan una experiencia que fusiona tradición, naturaleza y genuina hospitalidad.

Entre valles esculpidos por el tiempo y la elegante arquitectura barroca, Ragusa se revela como una ciudad de mil facetas.

Dividida entre el encanto de Ragusa Ibla, con sus tranquilas callejuelas e iglesias monumentales, y el espíritu más moderno de Ragusa Superiore, es un lugar donde pasado y presente se entrelazan con naturalidad.

Al pasear entre jardines colgantes, palacios señoriales y fachadas de piedra tallada, se respira una atmósfera suspendida en el tiempo, evocando arte, historia y tradición. Ragusa invita a perderse, a reencontrarse inmerso en la belleza.

Enclavada entre colinas de piedra blanca y calles antiguas, Modica narra una historia milenaria.

Ciudad de arte, cultura y sabores, es un tesoro de la belleza barroca siciliana en todo su esplendor.

Sus majestuosas iglesias, palacios ornamentados y callejuelas que ascienden por la ladera: cada rincón de Modica invita a perderse y dejarse sorprender. Al recorrer sus callejuelas, se respira una atmósfera suspendida entre el pasado y el presente, entre la tradición y la vida cotidiana.

Asentada sobre una meseta que mira hacia el Mediterráneo, Ispica es una ciudad que entrelaza naturaleza, historia y arquitectura en un equilibrio único.

Custodio de antiguas cuevas excavadas en la roca y sugestivos paisajes barrocos, cuenta al visitante un pasado que hunde sus raíces en la prehistoria y se abre con elegancia al arte y a la espiritualidad.