Barroco. Hoy en día, encontramos esta palabra, este adjetivo o este concepto en tal posición de notoriedad mundial que no necesitamos traducirlo ni explicarlo de ninguna manera. Uno podría detenerse en su supuesto origen: una perla de forma irregular. O podemos detenernos en el Barroco entendido, de forma más generalizada, como una manera de crear y pensar las formas de forma excesiva, redundante y visionaria. En ambos casos, la tendencia a la complejidad, la decoración y el movimiento son connotaciones que definen un territorio preciso donde el Barroco perdura y va más allá de todo lo que su historia nos cuenta; el Barroco es una franja de Sicilia donde insiste un espíritu que es emanación directa de una atmósfera única e irrepetible, compuesta no sólo por magníficas esculturas que se elevan al cielo y balcones que sobresalen en el aire, sino por un bien mucho más preciado que define una tierra: su contexto.

Hablamos, pues, de launión de cinco ciudades y otras tantas comunidades atravesadas por una línea continua de identidad que da forma y sustancia a cada uno de sus aspectos: la comida, la plaza, la fiesta, la luz, la bebida y la acogida. El viajero está familiarizado con este entrelazamiento de lugares que conduce de valle en valle hasta el mar, el turista es consciente de que en estos parajes se tiende a la suma de los sentidos. Se exagera con el sabor y la sal, con la piedra y la poesía, la tierra es barroca cuando se cultiva y cuando es escenario de fiestas religiosas, en cada una de sus emanaciones abundan los detalles, saben a aventura y a familiaridad, a chocolate, a vino y a sacralidad de la vida, urbana, rural y marítima. La experiencia del Destino se presenta al viajero como una inmersión total en un modo de vida, arraigado en los siglos, transmitido a través de tradiciones que son memoria, atracción, fascinación y mistificación de orden.

La marca. Para la visión de la marca, miramos a través de los ojos de un turista y luego pensamos en su sentido del olfato, el gusto y el tacto. Nos enfrentamos así a la experiencia de poder descubrir cada día una capa fascinante que estructura la dimensión de un viaje perfecto, sin un día de aburrimiento, sin riesgo de pasar sed y con una variedad de paisajes concentrados en pocos kilómetros dispuestos a proporcionar refresco o a conceder potentes rayos de sol.

El Barroco califica este territorio más allá de todas las teorías razonables pasadas y presentes.

fuente: Plan Director de Destinos Turísticos, disponible aquí